¿Eres de los que se toma su café cada mañana? ¿De los que piensan que sin su café no son capaces de trabajar bien o de despejarse durante el día? Pues no eres el único, se calcula que alrededor de un 80% de la población adulta toma café a diario. Habitualmente por la mañana o justo antes de empezar a trabajar. Y es que el café, concretamente la cafeína que contiene, es una droga estimulante que muchos utilizamos en nuestro día a día, no solo por su sabor, sino por sus efectos beneficiosos.
Efectos beneficiosos de la cafeína
- Efectos cognitivos: Produce un incremento del rendimiento intelectual aumentando la capacidad de concentración y de atención. Incrementa la interacción social y produce sensación de bienestar. Reduce la sensación de fatiga, aumenta el estado de vigilia retrasando la iniciación del sueño (Moratalla, 2008).
- Efectos en el rendimiento físico: A nivel fisiológico incrementa la presión arterial, la frecuencia respiratoria y cardiaca, reducción del movimiento gastrointestinal gracias a la liberación de adrenalina que estimula la cafeína (Kruger, 2000).
- Produce diuresis, aunque se puede considerar un efecto tanto positivo como negativo dependiendo de cada caso particular.
- Efectos terapéuticos: Se utilizan para tratar la apnea infantil, el acné, la migraña, y como coadyuvante de otros tratamientos para el dolor, el control de peso y el alivio de las alergias (Barone & Roberts, 1984). Algunos estudios como el que ha realizado (Góngora-Alfaro, 2010) sugieren que el riesgo de padecer Parkinson disminuye progresivamente cuanto mayor es el consumo de bebidas con cafeína, aunque todavía se necesitan mas evidencias para afirmarlo completamente.
¿Pero como actúa la cafeína en nuestro sistema nervioso para causar esos efectos?
La cafeína es un antagonista competitivo de los receptores de adenosina. Por eso su mecanismo de acción consiste en el bloqueo de tales receptores en la membrana de nuestras neuronas, impidiendo la acción de la adenosina.
La adenosina; es un neurotrasmisor inhibidor (impide la estimulación neuronal y que produce sedación, relajación y ansiolísis en el sistema nervioso) que surge a partir de la ruptura de moléculas ATP, las cuales nos aportan energía para el funcionamiento de nuestro organismo pero que dan como resultado las moléculas de adenosina. Estas moléculas cuando se acoplan a los receptores de nuestro cerebro generan una reacción inhibitoria, es decir, que ralentiza la neurotransmisión y el funcionamiento cerebral, generando cansancio y somnolencia (Holtzman, Mante, & Minneman, 1991).
Los receptores de adenosina están en la membrana de las neuronas, y los de tipo “A1” se encuentran principalmente en el hipocampo, la corteza, los núcleos talámicos, el estriado y el globo pálido. Y los receptores de adenosina “A2a” se encuentran el estriado dorsal y ventral y en el tubérculo olfatorio (Moratalla, 2008).
Como la cafeína bloquea estos receptores, la adenosina no puede acoplarse y por eso no puede producir su efecto inhibitorio, así es como la cafeína realmente ejerce “indirectamente” como estimulante proporcionando energía y activación fisiológica.
Además del efecto estimulante, genera sensación de placer debido a que muchos de los receptores que hemos mencionado también comparten afinidad con la dopamina, un neurotransmisor que el organismo acaba eliminando cuando la adenosina se acopla a los receptores impidiendo la acción de la dopamina. Pero la cafeína si permite el acoplamiento de dopamina generando un efecto de bienestar.
La cafeína se acaba absorbiendo casi toda en el tracto intestinal aproximadamente a los 45 minutos de la ingesta y su vida media oscila entre las 2 y 4 horas y media.
Efectos adversos de la cafeína
Como hemos comentado, la cafeína interfiere en la neurotransmission, y por esta razón se considera una droga, que puede llegar a producir modificaciones en el cerebro, efectos negativos y puede llegar a causar adicción.
Uno de los problemas, es la tolerancia, que como bien explica Qasim en su charla en TED (Qasim, 2017), nuestro cerebro produce pequeñas modificaciones para adaptarse al medio, y ante el consumo de cafeína no hace excepciones, creando mayor cantidad de receptores de adenosina. Esto significa que hay mayor numero de acoplamientos de adenosina a sus receptores a pesar de que la cafeína haya bloqueado gran cantidad de ellos, dando como resultado la ausencia de efecto de la cafeína, y necesitando mayores dosis para conseguir los mismos efectos.
Dependencia y abstinencia por la cafeína: La tolerancia hace que necesitemos cada vez dosis mas altas para conseguir los efectos de la cafeína, esto puede generar una dependencia. Los síntomas de abstinencia mas frecuentes son dolores de cabeza, somnolencia, cansancio, atenuación de la atención y concentración o dificultad en la coordinación aunque pueden producirse algunos distintos. Estos síntomas pueden llegar a alterar la vida diaria afectando a las actividades cotidianas.
Como hemos comentado, la cafeína causa un aumento de dopamina, y el consumo crónico de cafeína puede generar un aumento también crónico de dopamina. Esto puede influir en la potenciación o desarrollo de síntomas psicóticos, en el que se han dado casos de personas que han sufrido síntomas como delirios o incluso alucinaciones después de un consumo extremadamente excesivo de café. Esto también apoyaría hipótesis sobre la implicación del desequilibrio dopaminérgico en relación con el desarrollo y mantenimiento de psicosis (Vallejo Ruiloba, Bulbena Vilarrasa, & Blanch, 2015) y también esta implicada en el desarrollo y mantenimiento de alteraciones como los trastornos de pánico, y en la potenciación de los síntomas de depresión y ansiedad (Christensen & Burrows, 1990). Los efectos negativos mas habituales del abuso de la cafeína suelen ser leves de tipo nerviosismo, insomnio, inquietud o taquicardia.
Aunque todos los efectos dependen de la dosis, y unos efectos negativos tan notables suelen producirse normalmente por dosis muy elevadas.
¿Apetece un café?
FUENTES:
- Barone, J. J., & Roberts, H. (1984). Human Consumption of Caffeine. In Caffeine (pp. 59–73). Berlin, Heidelberg: Springer Berlin Heidelberg. https://doi.org/10.1007/978-3-642-69823-1_4
- Christensen, L., & Burrows, R. (1990). Dietary treatment of depression. Behavior Therapy, 21(2), 183–193. https://doi.org/10.1016/S0005-7894(05)80276-X
- Góngora-Alfaro, J. L. (2010). [Caffeine as a preventive drug for Parkinson’s disease: epidemiologic evidence and experimental support]. Revista de Neurologia, 50(4), 221–9. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20198594
- Holtzman, S. G., Mante, S., & Minneman, K. P. (1991). Role of adenosine receptors in caffeine tolerance. The Journal of Pharmacology and Experimental Therapeutics, 256(1), 62–8. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/1846425
- Kruger, A. (2000). Uso de la cafeína en pacientes psiquiátricos crónicos: efectos y mecanismos farmacológicos. RET, Revista de Toxicomanías., 22.
- Moratalla, R. (2008). Neurobiología de las metilxantinas. Trastornos Adictivos. https://doi.org/10.1016/S1575-0973(08)76368-2
- Qasim, H. (2017). How does caffeine keep us awake? – Hanan Qasim | TED-Ed. Retrieved from https://ed.ted.com/lessons/how-does-caffeine-keep-us-awake-hanan-qasim#watch
- Vallejo Ruiloba, J., Bulbena Vilarrasa, A., & Blanch, J. J. (2015). Introducción a la psicopatología y la psiquiatría. Elsevier Masson.
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